El 30 de Abril fue el último día en que te ví. Llevabas puesto ese vestidito azul que te regalaron Las Hermanas, recuerdo que te llegaba hasta las rodillas, tan ridículamente bella y adorable lucías con ese lazo fuertemente atado a tu cintura. Y me juraste en mi cara que no volverías a verme, no que no quisieras, eso lo sé, me llenaste de un discurso vacío acerca de la Moral, los principios y Dios, que para mí fue un aDiós. Me dijiste que te querías casar, tener hijos, y una casa de ladrillos con un gran jardín y un Golden. Me dijiste que lo nuestro sería mal visto, que nunca seríamos felices, que nunca podríamos realizarnos, que no tenemos futuro, que ya padeciste lo peor en El Convento. Que por eso te vas. No me dejaste que te llevara la maleta, me confestaste que siempre detestaste mi hombría y torpeza, que no te gustaba la forma en que peinaba mi cabello, no te agradaba que te apuntaran con el dedo y nadie, nadie expecto Yo, quisiera sentarse contigo a la hora de la comida.
Te dije que eras débil de espíritu y tú tan sólo miraste el suelo y contemplaste un cienpiés que iba pasando, yo me mordí el labio y ví que tus ojos mentían. Sé que tu me querrías más si no me llamase Gloria.
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