jueves, 21 de agosto de 2008

Crisálidas






Crisálidas,
cristalina,
purpurina,
pupas de mariposas,
semihumanas,
semihorrorosas,
siniestras,
brillosas,
navío,
oscuro y sombrío;
siento tu aroma en cada regazo imaginario,
¿porqué aún reconozco tus pasos?
y a veces me vuelvo y no eres.

Conozco tu forma de pensar y sentir,
conozco tu odio por la mañana,
y tu dicha por la noche,
desearía no tener tan buen oído,
desearía que las luces se murieran,
que las luciérnagas se aniquilen entre ellas.

Que los insectos se tornen a la tierra y a los árboles,
que los ciempiés se escondan bajo las rocas o los troncos húmedos
las hojas sean crujientes por toda la eternidad,
que el agua pare de ser tan pura y transparente,
que me dejen de producir cosquillas lo que cae de los pinos,
cambia de color de verde a café y pica,
pica en la espalda y pincha.

Tengo mariposas
tengo mariposas en mi estómago
en mi mente y en mis manos
en mis pies y en mi cuello.
Dueña soy de otro frasco lleno de ellas
las agito para que rabiosas me ataquen
las doy vuelta y las obligo a devorar a sus víctimas
tengo otro puñal de ellas
una jaula no de pájaros
si no, de tinieblas
tinieblas del medio día
de la media noche
de la madrugada.




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